Este blog busca lectores inquietos e intrépidos interesados en todo aquello que tenga que ver con las porquerías, marranadas y similares, con una mirada crítica, analítica, chusca, literaria, científica, social, etc., de las mismas. Aquellos pervertidos favor de dirigirse a otra página, abundan los lugares en donde podrán saciar sus peculiares instintos y perversiones. Porque pese a las porquerías que presentaremos el objetivo de este blog es otro.

jueves, 23 de abril de 2009

La Vaca

Posted on 18:50 by escatologolandia




La vaca

es un animal hermoso.

La vaca.


La vaca nos da leche.

nos proporciona queso.

La vaca.


La vaca se pasea por los verdes y frondosos prados.

La vaca.


Y, ¿qué hace la vaca en los verdes y frondosos prados?.

La caca.


Por: La Mosca Caquera

6 Response to "La Vaca"

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escatologolandia Says....

tan necesaria, para fertilizar los bellos prados, tan vital para que contine la vida de los campos, y con ellos los alimentos.

por todo ello gracias caca de vaCA

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malena Says....

los benefcios de la caca de vaca son de suma importancia, hoy en día se utiliza para la generación de bio-gas, fertilizantes naturales.

Los beneficios muchos, disminuir la contaminación atmosférica, bajar los costos en fertilizantes, dicen que hay quien hasta se la fuma, pero eso est otro tema.

Saludos amigos

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cacatonico Says....

Por desgracia no comparto la opinión de la tal malena. Mi historia está llena de sucesos negativos en relación con la caca de vaca. Primero, fastidió una hermosa excursión por la campiña mexicana siendo yo apenas un crío, después frustó uno de mis primeros escarceos sexuales con la tipa del momento, finalmente arruinó una petición de desalojo de mi intestino cuando visité algún familiar del campo. En fin, me intriga aquello de fumarla, me imagino el alucine. Lo más cerca que he estado es de probarla, pero esa es otra historia. Saludos a todos.

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malena Says....

apreciable catatónico, primero que nada, las lamentables referencias de tus experiencias, aunque lamentables, nada tienen que ver con los beneficios que cito. De cualquier manera tus experiencias son bastantes ilustrativas de los encuentros inoportunos con la caca, aunque si hablamos de derechos, en las situaciones que sitas, la caca ya estaba más que instalada.

Saludos.

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Anónimo Says....

Hola, Manolo, hay te mando algo para hacerte el caldo gordo. Atte. miguel

Juan Villoro

La nuez de Castilla


Cuando entré al laboratorio, una enfermera dijo:

-Como una nuez de Castilla.

No entendí y tomé una ficha. Luego la mujer habló de ``la popocita'' y me dio verguenza tener oídos. Después de siglos destinados a olvidar sus secreciones, el hombre se desconcierta en esas antesalas olorosas a alcohol donde los empleados hablan con naturalidad de residuos y deyecciones.

El español de México ha sustituido los actos de orinar y defecar por eufemismos aritméticos, ``hacer del uno'' y ``hacer del dos''. Con el mismo sentido del encubrimiento, llevamos las muestras para el coprocultivo en nuestra mejor bolsa de Liverpool.

Después de tomar mi ficha (la 44) me encontré a Martín (nombre con el que protegeré su identidad). Es uno de mis mejores amigos pero me vio como si yo fuera Mario Aburto. En ese momento atendían la ficha 26 y Martín tenía la 42. Podíamos conversar durante 16 pacientes, un tiempo que hubiera sido tolerable de no ser por las sillas en forma de cáscaras tubulares y porque Martín sostenía en sus manos la acusatoria bolsa rosa.

-¿Fuiste a Liverpool? -pregunté con imperdonable mala educación.

-Tengo amibas -señaló su sien para que mis ojos se alejaran de la bolsa.

-¿Tienes amibas en la sien?

-No seas pendejo. Me duele aquí y me mareo y se me nubla la vista.

Entonces, una muchacha con cola de caballo decorada con pompones rojos (una crin de pony de feria), intervino en la conversación:

-Me siento igualito. A cada rato me gana el vómito -dijo con alegría-. Ojalá esté embarazada. ¿O serán amibas?

Durante diez minutos inútiles mi amigo, que usa jabón líquido para no tocar una pastilla usada por los demás, escuchó los síntomas de la muchacha. El nerviosismo o la felicidad anticipada de ser madre, la impulsaban a socializar sus malestares. Martín le resultó un cómplice repentino y le hizo una pregunta que en otra circunstancia hubiera sido moral:

-¿Obra usted bien?

Martín cerró los ojos, como si deseara ser envuelto por su bolsa. Recordé que no conozco a nadie más que le ponga talco a sus zapatos. Justo a él le tenía que tocar esa vecina de asiento. Por suerte, una señora terció en la conversación. Habló de un profeta de la fibra, un genio cuya virtud consistía en encontrarle virtudes digestivas a unas leguminosas que parecían inmasticables.

Empezó a generarse una extraña confianza. Avergonzados de estar ahí, a punto de depositar lo peor de nosotros, necesitábamos hablar de nuestra burda materia porque la razón de la visita era aún más innombrable. Nadie mencionaba la enfermedad recóndita y agazapada, la cita con el destino que llevaba en un frasco de Nescafé.

En ese momento una muchacha pálida, de enormes ojos negros, dijo con voz muy suave:

-Es posible que me tengan que hacer un ano adventicio.

La frase fue horrenda y sin embargo, o por eso mismo, tuvo la virtud de tranquilizarnos. El ser humano era una sustancia malcosida. Ni más ni menos. Aquel ángel dramático habló de una severa oclusión y de la posibilidad de que le abrieran una ojiva en el bajo vientre. Su voz y el nombre del remedio eran dignos de la escatología cristiana.

La discípula del profeta de la fibra comentó:

-Es tan normal ir tres veces diarias como ir cada tres días.

Un par de testigos se animaron a confesar sus normalidades.

Justo cuando la solidaridad empezaba a superar al asco, una enfermera preguntó como si ofreciera botanitas:

-¿Quién viene al conteo de esperma?

Un hombre alzó una bolsa azul-amarilla de Blockbuster.

-¿Lleva cinco días de abstinencia?

El hombre dijo ``sí'' en tono humildísimo. Aunque la vida es pródiga en días de abstinencia, lo vimos con inmensa piedad. Su condición natural se había hecho pública. Desapareció tras una puerta de plástico con su bolsa. La chica de la cola de caballo, cliente feliz y frecuente del negocio, explicó que en esa bolsa llevaba revistas puercas para estimularse

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